sábado, 24 de julio de 2010


Malinterpretar los gestos. El caso "Pulpo Paul"

Que Emilio Botín sea el presidente del más importante y poderoso banco español, que Beatriz Corredor sea ministra de Vivienda, o, por remontarnos en el tiempo, que Jose Luís Cortina fuera uno de los mandos del CESID (los servicios secretos) durante el 23F con una actuación cabalmente opaca en la intentona golpista, no suponen más que casualidades. Como máximo podremos gozar un ejercicio de homonimia tangencial. Y lo afirmo sin atisbo de ironía. Constituyen azares felices. El ascenso del pulpo Paul a fetiche nacional más cotizado corrobora aún más este argumento. Allí donde muchos insisten en ver conexiones causales misteriosas y subyugantes impugno la afirmación del azar como una de las más bellas necesidades. Lo maravilloso es el cumplimiento del azar, no el de la superstición. El pulpo Paul abre la caja de cristal con la bandera española, se zampa el mejillón que contiene y muchas mentes morbosas y aburridas subliman el poder del animal para decantar la victoria de la selección española. ¡Que forma de causalidad tan retorcida! No la censuro por inviable, sino por enfermiza. Lo cabal, lo sano, es afirmar el cumplimiento del azar. La única manera posible de no juzgar la vida "desde fuera", como inocente o culpable. No rechazo la superstición por indemostrable, que lo es, sino sobre todo por estrecha.


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