He encontrado en un papel arrugadísimo de la mesa del salón de mi piso el siguiente texto imprimido recientemente. Estoy casi seguro que pertenece a mi compañero de piso, becario en el periódico El País. 700 euros de sueldo al mes, sin incluir desplazamientos ni llamadas, jornadas de 10 a 12 horas, y una vida zapatillesca por el Madrid más calcinante. Últimamente no le he visto mucho. De hecho, hace tres días que no se donde anda. Es un gallego que me hablaba del calor seco madrileño, y de como flota desde todos los rincones. De esa manera sorda y alucinógena, antitética de la humedad. Por su interés reproduzco el texto a continuación...
El pasado 18 de julio del presente año han sido admitidas a trámite dos querellas contra el clima veraniego. La primera, realizada como acusación popular, por la Asociación Cromos Madrileños difiere en algunos aspectos de la segunda, a cargo de Fulgencio Ramirez. Este ciudadano asegura no haber pasado un verano fuera de Madrid en los últimos 27 años. Afirma que le asiste todo el derecho para exigir una justa reparación. La cifra en un viaje al astro rey donde podrá portar un traje hecho de hielo sin que este ceda en su punto de congelación un solo grado centígrado. La juez, María Reza en su auto encausa al estiaje por contínuos perjuicios al sueño más profundo y liviano, delitos contra la frescura de la carne humana y el derecho a vivir sin aire artificial. Imputa además al astro Sol, como cómplice en primer grado, y al viento por omisión de auxilio. La defensa ya ha presentado sus enmiendas derritiéndo el coche de la juez y adhiriendo a sus respectivos álbumes a todos los miembros de Cromos Madrileños.
El gobierno ha tratado, con cierto ventajismo, de adelantarse a los acontecimientos y mediar en el conflicto con un decreto-ley por el que quedan prohíbidas cautelarmente las actividades meteorológicas en pro de la autodenominda salud climática.... Seguiremos perpetrando.
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